Por: Lucano Davila Se suele afirmar que pagar por sexo es triste, dado que la mayoría lo consigue gratis. Pero todos pagan. Incluso aquellos Machos humanos que están casados, son los que más vacían su billetera en pos de una noche de placer, porque nunca leyeron la letra menuda del contrato matrimonial.
En el Ritual de Apareamiento de la humanidad, el sexo no es gratis, sino gratis*. Bajo un modelo de publicidad que luego fue reencauchado en los bancos -‘su préstamo sin intereses*’- y en la comida light -‘99.99% libre de grasa*’-, los Machos humanos son timados en la búsqueda de satisfacer sus bajos instintos. La estafa consiste en hipnotizarlos a través de una sensual oferta que les promete no sólo una, sino infinidad de noches de placer, a cambio de nada*.
Sin importar la estrategia de apareamiento, siempre será necesario un mínimo de inversión por parte del Macho, ya sea comprando un ramo de flores, contratando serenatas, invitando a comer y/o demás etcéteras para que pueda arribar al objetivo final. Aunque la Hembra realice el famoso amague -aquel instante en que simula tener intenciones de ir por su cartera cuando llega cualquier factura en una cita-, se espera que el Macho pague siempre por el beneficio.
Lo curioso de esta transacción comercial, a diferencia de cualquier otra, es que sin importar cuanto dinero se haya pagado, no existe garantía alguna que el servicio se vaya a dar. Es como pagar la cuenta de un restaurante, sin saber si algún día llegará el plato ordenado. Incluso, si se tiene la suerte de ser servido, no se puede pedir reembolso si la comida está fría o carece de la calidad promocionada en las fotos del menú. ¿Dónde andará el defensor del consumidor en esos casos?
Ante la anterior situación, es por eso que un considerable número de Machos humanos se sindicalizó para hacer valer sus derechos y de esa forma saltarse toda la burocracia sentimental, para ir directo a lo que siempre buscaron y las Hembras siempre supieron. Como principal estandarte, el MLM (Movimiento de Liberación Masculina) estableció un mecanismo de protesta donde propusieron una noche de apareamiento a cambio de un único y generoso pago en efectivo, en vez del continuo e indefinido desembolso en especie.
Las Hembras que aceptaron ese intercambio fueron tildadas por las demás comoprostitutas, palabra derivada del latín prostituere que significa ‘exhibir para la venta’. Mejor dicho, las discriminaron con el mismo objetivo de un gobierno cuando tilda a un contradictor como ‘conspirador’: proteger el negocio de las nuevas ideas de la competencia.
Pero lo cierto es que el negocio alternativo prosperó, al punto que hoy tiene sucursales nocturnas en cada esquina y además usa con orgullo el eslogan ‘el oficio más antiguo del mundo’. No sólo eso, ofrece todo aquello que carecen las Hembras de buena moral: experiencia garantizada, nunca tienen ‘dolores de cabeza’, fingen orgasmos sin sacarlo en cara y reciben con los brazos abiertos -o más bien las piernas- a cualquier Macho humano que busque debutar, al cual nunca le destruirán el ego aunque lo haga mal.
Inclusive, si ahondamos más en las diferencias: mientras las chicas malas ofrecen sexo sin compromiso, las buenas ofrecen compromiso sin sexo. Mientras las chicas malas ofrecen un trío, las buenas dejan al Macho como solista. Mientras las chicas malas ofrecen saciar la sed de un verano, las buenas aprovechan el hambre para exprimir al cliente y hasta se quedan con el 50% de la fortuna, si logran un matrimonio, pese a que antes no pagan el 50% de la cuenta.
Por mucho tiempo, el monopolio administrado por las Hembras de buena moral, se mantuvo inflexible ante los abusos que sus clientes siempre protestaron. Pero la sana competencia logró que la industria rival no sólo escuchara esas críticas y se quedara con una tajada importante del mercado, sino también impulsó a las Hembras de buena moral a acceder al sexo prematrimonial, cuando antes este era un requisito innegociable.
Lo más bonito de esta competencia abierta de mercados, es que al final el único beneficiado es el consumidor. Algún día pagará menos por más beneficios, y algún día también verá como ambas industrian se fusionarán ofreciendo una ‘dama en la casa, puta en la cama’.
Hasta una próxima verdad humanamente irracional, Amigos de lo Salvaje.
Pintadas en la pared no están cuando de inteligencia se habla. Antes, por el contrario, andan en primera fila y, en algunos casos, superan a los grandes simios.
El cuervo de Nueva Caledonia es experto en solucionar con lujo de competencias distintos problemas y en conocimiento físico, lo que se conoce de tiempo atrás.
La lora alpina de Nueva Zelanda no es experta en manejar herramientas, pero se defiende bien resolviendo problemas.
El caso es que científicos encabezados por Alice Auersperg, del Departamento de Biología Cognitiva de la Universidad de Viena compararon las habilidades de estas dos aves, que, como expresó a EL COLOMBIANO la investigadora, son las que más dominio físico muestran, reconociendo que dentro de los córvidos y loros hay otros exponentes que se desempeñan «igual o mejor que grandes simios en tareas cognitivas».
Auersperg encabezó dos publicaciones que aparecieron al tiempo, una en Plos One en donde se compararon las dos especies y otra en Biology letters sobre el manejo de herramientas tipo palo en el kea o loro Nestor notabilis , de Nueva Zelanda.
Varios individuos de las dos especies fueron dispuestos para realizar varias tareas, luego de las cuales obtenían una recompensa alimenticia: insertar una bola por una cavidad, insertar un palo para obtener el alimento, y abrir la tapa de la caja halando de un gancho y así alcanzar su comida.
«Fue interesante seleccionar el cuervo de Nueva Caledonia, que manufactura y usa herramientas naturalmente para capturar larvas, y el loro que desarrolla formas simples de uso de herramientas en cautiverio».
Los animales, explicó la coautora Gyula Gajdon, podían escoger cuál solución querían emplear primero. Una vez establecida la solución y la habían usado cierto número de veces, se les bloqueaba la entrada para forzarlos a elegir otra. Los loros fueron más prestos a cambiar de solución.
Un solo individuo de cada una de las especies fue capaz de solucionar todos los retos. Como son dos especies distintas en medio ambiente y experiencias diferentes, se usó una caja transparente de múltiples accesos para sortear ese inconveniente.
Los animales no fueron entrenados previamente, pero sí habían estado en experimentos en otros contextos, aunque reconoció que algunas de las soluciones puede que no hayan sido resueltas por sujetos completamente ingenuos.
Por eso se adelantan otros estudios con estos animales en su ambiente natural.
Hay varias razones para tratar de explicar las notables habilidades de estas dos aves.
«Los loros y los cuervos tienen un tamaño del cerebro anterior (prosencéfalo) relativamente similar al de los grandes simios. También tienen periodos juveniles extensos en relación con su ciclo vital y con frecuencia viven en grupos sociales complejos y han demostrado una inteligencia tipo gran simio en distintos experimentos», explicó Auersperg.
Para profundizar más, los investigadores planean exponer otras especies a las mismas tareas que enfrentaron el cuervo y el loro.
Genios de la naturaleza.
Contexto
1. Los loros encontraron dos de tres soluciones en los primeros 10 intentos, más rápido que los cuervos. Cuatro tuvieron éxito con el palo. 2. El kea es endémico de Nueva Zelanda. Es verde con algo de rojo bajo las alas. Mide 45 cms y es reconocido por desarmar objetos con rapidez. 3. El cuervo de Nueva Caledonia mide unos 40 centímetros. Es muy hábil para usar herramientas, explicó el investigador Ludwig Huber. 4. Urracas, arrendajos, cuervos comunes y loros como el gris africano han mostrado habilidades cognitivas como los grandes simios.
El aprendizaje social de comportamientos es característico de la especie humana y está en la base de lo que llamamos cultura. ¿Existe, aunque más no fuera en forma rudimentaria, en los animales?
Las caricaturas de Charles Darwin (1809-1882) publicadas en su tiempo por la prensa británica lo mostraban con cuerpo de simio. Era una manera no muy sutil de burlarse de su teoría de la evolución, uno de cuyos corolarios indicaba que la especie humana descendía de los primates. En todas las épocas, el ser humano reservó para sí un lugar aparte y más elevado en la escala natural, a pesar de reconocer que tiene muchos rasgos y comportamientos en común con los animales (aun de los más salvajes).
La noción de escala natural (scala naturae) se remonta a la Grecia antigua. Postula que todos los organismos pueden ser ordenados de manera lineal, continua y progresiva, desde los más simples (como bacterias, amebas y paramecios) hasta el más complejo. Este último generalmente se identifica con el hombre. Pese a que variadas apetencias y ‘bajos instintos’ lo hermanan con bestias de todo tipo, un pequeño pero especial conjunto de características lo distancian salvadoramente del mundo animal. Entre los rasgos supuestamente exclusivos del Homo sapiens se puede incluir una inteligencia cualitativamente superior y el lenguaje oral y escrito, que facilita el traspaso de conocimientos de una generación a la siguiente, y que permitió el éxito ecológico de la humanidad y lo que hoy se conoce con el nombre de civilización.
En otras palabras, cada nuevo ser humano nacido en este mundo no necesita volver a descubrir todas las habilidades y conocimientos técnicos, desde la medicina hasta cultivar tomates, que requiere para integrarse a la sociedad de sus pares. Ese entramado de conocimientos, que es la base de las civilizaciones pasadas y presentes, pequeñas o grandes, suele denominarse cultura, y constituye el resultado colectivo de la labor de muchas personas a lo largo de las sucesivas generaciones.