¡Esos estúpidos pájaros!


Por: Juan José Hoyos*

Salgo a caminar temprano. El cielo está gris y cae una llovizna helada. Este no es el cielo de mi ciudad, pienso. En el balcón de un apartamento vecino, una lora ya está despierta y dice, una y otra vez: ¡Qué rico! ¡Qué rico! Sus gritos se escuchan a una cuadra. Cuando regreso, sigue gritando.

El abuelo que ha sacado a pasear a su nieta se ríe a carcajadas. La niña dice que esa lora está loca. Una mujer carga en sus brazos un niño que llora. Camina, tratando de calmarlo. Cuando pasan junto al balcón, la algarabía de la lora lo apacigua y se duerme. Yo abro la puerta de mi casa riendo, como el abuelo y la niña.

Amo a los loros. Creo que son muy inteligentes. Por algo los neurólogos dejaron de estudiar la inteligencia animal en los primates, nuestros primos, para estudiarla en los loros. Según ellos, la cacatúa negra es uno de los animales más inteligente que habita sobre la Tierra. Ahora están estudiando el cerebro de animales más pequeños, menos locuaces y al parecer más inteligentes o más astutos que los loros.

¡Vaya uno a saber qué es la inteligencia!
Un científico de la Universidad de Cambridge, por ejemplo, reveló a la BBC que los cuervos, los grajos, las cornejas y los arrendajos son los animales más inteligentes. Su inteligencia se desarrolla en la convivencia con otras especies, en un ambiente en el que hay que ser veloces para reconocer individuos, formar alianzas y fomentar relaciones, porque esa es la clave para hallar comida. Para sobrevivir, estos pájaros son capaces hasta de cometer pequeños engaños. Si están siendo observados, esconden su alimento pero también hacen escondites falsos, de manera que hunden el pico en la tierra pero no dejan nada ahí. Es su estrategia para confundir a otros pájaros hambrientos.

En otra investigación, Russell Gray, de la Universidad de Auckland, descubrió que los pájaros fabrican herramientas. Gray dijo que hacen unas cosas realmente complejas: «Los hemos visto en su hábitat tomar entera una rama de un árbol, quitarle las ramas laterales y afilar la punta para hacer un gancho y cazar larvas». También se les ha visto usar otras herramientas para atrapar los alimentos. Gray descubrió, por accidente, que un pájaro al que llamaron Betty era capaz de hacer cosas increíbles: entre los alambres que le presentaban en la investigación escogía el alambre torcido para buscar su comida. Más tarde Betty dejó mudos a los investigadores cuando escogió un alambre derecho y luego usó su pico para doblarlo. Cuando hicieron más pruebas presentándole sólo alambres derechos, los dobló varias veces para hacer ganchos. Luego, hizo herramientas para alcanzar su alimento con pedazos de aluminio, doblándolos, acortándolos o alargándolos.

Luis Lefevre, en cambio, concluyó que los pájaros más inteligentes son los cuervos, los halcones, los pájaros carpinteros y las garzas. Su lista de inteligencia fue elaborada teniendo en cuenta el grado de innovación exhibida ante los retos de la subsistencia. Para el, los pájaros más innovadores son los cuervos. «En Zimbabue, los buitres en campos minados esperan a que pasen animales herbívoros y mueran como consecuencia de las explosiones para aprovechar la situación y conseguir su comida», dijo. Claro que «de vez en cuando uno de esos buitres cae en su propia trampa y muere».

Científicos alemanes descubrieron que las urracas pueden reconocerse a sí mismas en un espejo. Hasta hace poco, se pensaba que sólo los seres humanos eran conscientes de sí mismos frente al espejo. Ahora, ya se sabe que la mayoría de los chimpancés, los orangutanes, los delfines y los elefantes pueden reconocer su propio reflejo.

Los experimentos más impresionantes se han realizado con una especie de arrendajo. Estos pájaros esconden cada año miles de trozos de comida, y recuerdan dónde han escondido cada uno. Según Nicola Clayton, de la Universidad de Cambrige, esto no es posible sin recordar no sólo el lugar del escondite sino la experiencia de esconderlo. Es la llamada memoria episódica. Los arrendajos no se comportan igual cuando, al esconder comida, son observados: si hay otro pájaro cerca mirando, a las pocas horas suelen volver al escondite, sacar la comida y llevársela a otro sitio. Se ha comprobado, pues, que los arrendajos tienen memoria episódica e imaginan el futuro, como nosotros.

La relación del hombre con los animales y la Tierra ha sido de menosprecio durante siglos. Hoy las cosas están cambiando. La ciencia ha acudido a los animales para tratar de comprender su relación armónica con la Tierra, su inteligencia.

Y lo está logrando con la ayuda de pájaros tan humildes como el arrendajo. La humanidad sigue atenta a todos estos descubrimientos. Los empresarios voraces, los gobernantes y los políticos corrompidos de los países más atrasados, no.

Ellos creen que lo saben todo y que pueden transgredir incluso las sabias leyes de la naturaleza. Y piensan que los ciudadanos y los pájaros somos estúpidos, como ellos.

Fuente: El Colombiano

*Escritor y periodista colombiano. Premio de Periodismo Germán Arciniegas